“Un gato en la oscuridad” es uno de esos temas musicales que ha logrado inmortalizar el extraordinario y mítico artista brasileño el cantautor suramericano Roberto Carlos, quien hoy en día es una leyenda viviente de la música universal. Es imposible para mi, escuchar esa maravillosa canción, y no recordar inmediatamente los tiempos de nuestra adolescencia.
Imaginar a un solitario y noctámbulo gato, trepado sobre cualquier tejado, caminando muy triste y azul, es un símbolo romántico mundial. Pensar en el gato que existe en cualquier casa de este mundo, y no asociarlo con este tema es casi imposible.
En mi caso, recuerdo a los gatos caseros del vecindario armando por las noches sus interminables disputas amatorias; inolvidables resultan sus agudos chillidos que se escuchaban a lo lejos; pero era aún más tierno, verlos temprano muy arañados, padeciendo los efectos de sus peleas callejeras, retozando en el porche, observando tímidamente como mi madre alcahueta de sus mascotas, les traía su ración de alimento, en verdad nunca pude notar que aquellos felinos se tornaran azules a excepción de los azulísimos ojos, de mi gata siamesa Careta; pero tristes si.
Perdí a mi mascota cuando era un adolescente; una motocicleta conducida por un veloz motorizado desconocido, me dejó su cuerpo tendido en la acera del frente una noche cualquiera; lloré ese triste suceso amargamente frente a su cadáver, que tomé impotente entre mis manos, tenía apenas 12 años; fue muy trágico, pero lo aún más lamentable fue que debí ver morir a sus crías recién nacidas una por una, durante varios días sin que pudiera hacer algo para impedirlo; quizás esa sea una de mis más dolorosas frustraciones; créanme, se lo que es ver morir un gato en la oscuridad, y verle sus hermosos ojos azules tornárseles opacos, para después ver morir a sus tristes descendientes. Tal vez por esas razones, esta canción para mi sea tan inolvidable…
Imaginar a un solitario y noctámbulo gato, trepado sobre cualquier tejado, caminando muy triste y azul, es un símbolo romántico mundial. Pensar en el gato que existe en cualquier casa de este mundo, y no asociarlo con este tema es casi imposible.
En mi caso, recuerdo a los gatos caseros del vecindario armando por las noches sus interminables disputas amatorias; inolvidables resultan sus agudos chillidos que se escuchaban a lo lejos; pero era aún más tierno, verlos temprano muy arañados, padeciendo los efectos de sus peleas callejeras, retozando en el porche, observando tímidamente como mi madre alcahueta de sus mascotas, les traía su ración de alimento, en verdad nunca pude notar que aquellos felinos se tornaran azules a excepción de los azulísimos ojos, de mi gata siamesa Careta; pero tristes si.
Perdí a mi mascota cuando era un adolescente; una motocicleta conducida por un veloz motorizado desconocido, me dejó su cuerpo tendido en la acera del frente una noche cualquiera; lloré ese triste suceso amargamente frente a su cadáver, que tomé impotente entre mis manos, tenía apenas 12 años; fue muy trágico, pero lo aún más lamentable fue que debí ver morir a sus crías recién nacidas una por una, durante varios días sin que pudiera hacer algo para impedirlo; quizás esa sea una de mis más dolorosas frustraciones; créanme, se lo que es ver morir un gato en la oscuridad, y verle sus hermosos ojos azules tornárseles opacos, para después ver morir a sus tristes descendientes. Tal vez por esas razones, esta canción para mi sea tan inolvidable…
Hola hermano. Precisamente ayer invité a una amiga especialísssssssssima a que leyera este post. Se lo dediqué como una tarjeta de amor. Y me dice que le encantó.
ResponderEliminarGracias por esa "segunda".
Alí Reyes H. Hola hermano, me resulta muy alentador, gratificante y emocionante haber podido serte útil, ¡qué maravilloso!
ResponderEliminarPara mi es un honor, que usaras nuestra modesta experiencia en favor de una causa tan hermosa como la que nos refieres."¿Como una tarjeta de amor?" ...muy hermoso y conmovedor... definitivamente Dios existe y sus caminos son insondables...
Aquí estaremos, siempre a tus gratas órdenes.Te deseo ¡Salud, Amor y mucha paz!
Los traumas infantiles nunca se olvidan y marcan el resto de nuestra vida de alguna manera. En casa teníamos un gato persa negro precioso, se llamaba Mr Smith. No te puedes imaginar el drama que se vivió en casa cuando se electrocutó una patita y a raiz de eso el veterinario lo tuvo que sacrificar.
ResponderEliminarMis hermanos y yo jamás superamos ese impacto.
El tema precioso, pero me evoca tristeza...seguramente porque lo asocio a él.
Besos cielo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarFayna, así es amiga, nunca se olvidan...aunque también nos enseñan muchísimo. Pienso que no pueden valorar plenamente la vida quienes no han aprendido a apreciarla. Sabemos que la muerte es parte natural de la vida, es inevitable, pero también que cada segundo de existencia plena vale oro y es precioso.
ResponderEliminarEn mi caso perder a mi mascota me hizo sentir muy impotente entonces; pero con el paso de los años comprendí lo valiosos que fueron los momentos que pasamos juntos. Los animalitos en nuestra existencia son muy útiles para enseñarnos a vivir de forma natural. Quienes no aprecian a los animales, mucho menos respetarán a los humanos. Por eso, creo que la lógica tristeza que me causó la partida prematura de mi mascota entonces, fue también una gran lección para aprender a disfrutar y valorar aún más los momentos de alegría que me regaló en vida.
Besos.